El inicio...
Restaurar un mueble, o un objeto es darles una nueva oportunidad.. una nueva chance para permanecer, para estar. Renovados, pero los mismos.
La escencia de la madera no cambia. Se mantiene y es la base sobre la que la renovación opera su magia.
Al igual que nosotros... nuestras almas, nuestros espíritus son perenmes y se mantienen incólumes a lo largo del tiempo, y de las muchas vidas que vivimos quienes creemos en la reencarnación.
El proceso de restauración es también un proceso para el restaurador.
Encontrarse con ese mueble u objeto deslucido, abandonado, sin "vida", y luego del trabajo y del arte despositados en ellos, luego de la dedicación, la paciencia, el amor y la capacidad de espera, verlo terminado y convertido en un elemento "resucitado" tiene un impacto imposible de desoir, imposible de no admitir, reconocer y disfrutar a pleno.
Es, nada más y nada menos, que disfrutar el momento... disfrutar ese instante de "Ay Dios! qué buenísimo que quedó!!", y explorar con todos los sentidos la luz, la brisa, los olores, los colores, la textura suave después del corrugado y el sabor del chicle que tiene un gusto a nuevo, aunque hiciera ya un rato que lo veníamos masticando :)
La renovación es un proceso que encuentra su clímax en el producto terminado, pero -en realidad- es el proceso, el camino hasta ahí, el que embarga el alma, la mente, el corazón...